Hay un nueva profesión de moda, y lo cierto es que se está extendiendo como una epidemia en el sector del café: los baristas.
Los baristas son para el café, lo que los sumilleres para el vino. Aunque en este caso van más allá, porque los buenos baristas son capaces de crear nuevas bebidas añadiendo licores, esencias y tipos de leche. Por último, también dominan el arte del latte (los dibujos con espuma en el café).
Como premisa básica, un barista (que es un término de origen transalpino) utiliza cafés de alta calidad, cafés de finca, cosechados con mimo en tiradas limitadas y en terrenos controlados.
A la hora de preparara un café entran en juego 4 M. Estas 4 M son los factores más importante de la elaboración del café y que más afectan al resultado final.
- M de Molino: moler el café es algo necesario si queremos que el café tenga todas las propiedades. El café molido y sin envase al vacio, a pesar de que se vende así para la mayoría de los mortales, ha perdido ya muchos sabores y aromas. Hay que molerlo antes de durante la elaboración.
- M de Mezcla: la que llevará a un retrogusto con un cuerpo, acidez, dulzor y sabor adecuados. Los aromas también se ven afectados por la mezcla.
- M de Máquina: la máquina y su calibrado, los tiempos, la presión en bares y la temperatura del agua etc influyen mucho en el resultado final.
- M de Mano: la última M es quizás la más poética y metafísica y se refiere a la mano que tiene el barista, que aglutina la experiencia, el conocimiento y la práctica.
Esta profesión está en constante evolución y de forma periódica, los mejores baristas del mundo se miden en el World Barista Championship en el que hay diferentes categorías: latte, bebidas con alcohol, cata brasileña, etc.