Hace ya unas cuantas semanas que explicamos como el café, esa bebida negruzca y amarga proveniente del medio oriente, había conquistado los corazones de los europeos; sin embargo prometimos contar el desembarco del café en el continente americano en un próximo capítulo, que vamos a recoger en el capítulo de hoy.
Todo comenzó con una cafetería en Bostón en 1689 aunque no alcanzó su aceptabilidad completa hasta el siglo posterior. A pesar de que los colonos en un principio lo consideraron una pobre alternativa al alcohol, al final alcanzó el estatus de bebida nacional y, durante la Guerra de la Independencia aumentó drásticamente la demanda y como consecuencia, aumentaron los precios.Sin embargo, debido a la escasez del té y de la evolución de las cafeteras, el café consiguió por fin convertirse en la bebida diaria de los estadounidenses.
De forma paralela, las plantaciones de café también conquistaron los campos de cultivo, especialmente en Colombia, en donde a lo largo de todo el siglo XIX se fue convirtiendo en el producto estrella.
Como vemos, en ambos artículos se observa que el café no tuvo un camino de rosas en la civilización occidental y que se tuvo que enfrentar a las religiones, a precios abusivos y a falta de tecnología adecuada que lo convirtiera en una bebida agradable. Al final consiguió convertirse en la sangre que mueve la sociedad bursátil y empresarial de Occidente.