La productividad es el factor más importante del mundo laboral. A lo largo de los años, se han ido incorporando máquinas en las empresas que mejoraban a las personas en eficiencia y que ayudaban a que estas desempeñaran el trabajo de forma más efectiva. Las empresas se preocupan tanto por la productividad global como por la productividad individual de sus empleados.
Henry D. Thoreau fue un filósofo estadounidense del siglo XIX que se pregunto varias veces sobre la productividad y el sentido del trabajo:
El trabajador realmente eficiente se da cuenta de que no tiene que colmar su día de trabajo, sino más bien acometer sus labores diarias con un aura de tranquilidad y placer. De esta manera, tiene un amplio margen para relajarse durante el día. Del tiempo, guarda con celo el grano y procura no exagerar el valor de la cáscara. ¿O es que una gallina se sienta a poner el día entero? Puede poner solamente un huevo y, paralelamente, no colecta lo necesario para poner otro. Quien trabaja mucho no trabaja arduamente.
Es importante que nuestra labor en la empresa sea productiva, pero es más importante que este trabajo nos llene, que sea un trabajo significativo para nosotros. El afán de productividad hace que las tareas que realicemos sean cada vez más pequeñas y que no nos sintamos partícipes del fin último de la empresa.
Tenemos que conseguir que nuestro trabajo sea productivo y significativo, de esta forma lograremos que nuestro trabajo sea de cantidad y, sobre todo, de calidad. Las personas que sienten que su trabajo es productivo y significativo son las que de verdad aman los lunes.