La dirección de una empresa se realiza desde un frío despacho y salas de reuniones alejadas del producto y del cliente. Por este motivo muchas veces los directivos no conocen los pequeños problemas que sufren sus productos y servicios, sus establecimientos o las necesidades concretas de los clientes.
El programa de TV de “El jefe infiltrado” tiene un hilo conductor muy sencillo y como su propio título indica de lo que se trata es de infiltrar al mandamás de una importante corporación en el día a día de los trabajadores. Para ello se le hace una caracterización que garantice que ninguno de sus empleados le reconozca, se le obliga a vivir con el dinero de un trabajador medio y a pernoctar en un hotel de calidad estándar. Solo de esta manera se consigue que el empresario viva la vida cotidiana de los miembros de su plantilla.
En uno de los últimos capítulos de la versión americana el alto directivo de una gran cadena de salas de cine norteamericana trabajaba sirviendo palomitas a los clientes. Gracias a ello descubrió que los clientes querrían tener una mayor libertad a la hora de combinar sus combos con las chocolatinas que desearan.
Al final del programa, el jefe se descubre ante los empleados y les paga dinero extra para que cubran las carencias y mejore su calidad de vida. Por ejemplo para que puedan comprarse un coche, garantizar los estudios de sus hijos o eliminar el estrés con un viaje de ensueño con toda su familia.
Sensacional formato en el que el jefe consigue descubrir los pequeños problemas que ralentizan el crecimiento de la empresa y en el que los trabajadores salen recompensados.