Cuando, a primera hora de la mañana, nos acercamos hasta la cafetera y preparamos nuestro café matutino no somos conscientes de que está bebida forma parte de la historia de la humanidad. La taza humeante que sostenemos entre nuestras manos contiene un líquido que ha sido testigo durante siglos de la evolución humana y al igual que un pastor del Asia central lo tomó en el siglo XV mientras pastaban sus cabras, lo bebieron los ingenieros de la NASA el 21 de julio de 1969 mientras Armstrong y Aldrin pisaban la Luna.
El origen del café no tiene un inicio claro pero los escritos lo sitúan en la época medieval y en la zona del índico, entre Etiopía, Arabia Saudí y Yemen.
En concreto, en el país saudí fue donde los granos de café se tostaron, molieron y prepararon por primera vez de una forma muy similar a como se preparan los cafés hoy en día.
A partir de ese punto inicial se extendió por el norte de África y el medio oriente en dirección a Europa, continente en el que entró por Italia. América fue uno de los últimos reductos conquistados por esta bebida que aportaba energía y vitalidad.
En la actualidad la producción del café está implantada en su mayoría en América del sur, y el café mejor valorado del mundo es el Blue Mountain, cosechado en Jamaica y que se vende a precios desorbitados.
Al fin y al cabo, las oficinas, las fábricas y las personas son movidas por la cafeína y por ello el café es la segunda bebida más consumida del mundo, solo por detrás del líquido elemento.