Cuando llegan a la oficina o a la fábrica un alto porcentaje de empleados realizan mecánicamente los siguientes movimientos: llegar a su mesa, colgar la chaqueta en el perchero, dejar los bártulos que llevan en los bolsillos e ir enfilados a la máquina de café.
Allí se encuentran con una pequeña fila de compañeros que les obliga a tener que esperar hasta que llegue su turno. Con el objetivo de evitar impacientarse conversan sobre cosas triviales. Por fin son los primeros en el frente y la máquina espera ansiosa una moneda más para suministrar otra dosis de cafeína…
Pero la espera no termina cuando el consumidor tiene el vaso entre sus manos, ya que el líquido está demasiado caliente y todos sabemos que si te quemas la lengua, debes esperar alrededor de 24 horas para detectar algún sabor.
Este periodo de tiempo se hace tan largo que a veces cuando se ponen a realizar tareas incluso se olvidan del café y para cuando se quieren dar cuenta, su taza es un iceberg.
Estos les sucedía a dos ingenieros, Jackson y Petrillo y ambos desarrollaron un material de cambio de fase para mantener el café siempre a la temperatura óptima.
Lo que idearon fueron una especie de granos de metal con un interior con material de cambios. Estos granos absorben el calor cuando el café está muy caliente, y lo liberan cuando el café se está enfriando, consiguiendo mantenerlo durante 5 horas a 60 grados centígrados. Maravillosa idea que tiene nombre y marca: Caffe Joulies
Otra demostración más de que el café está detrás de muchas grandes ideas.